miércoles, 16 de marzo de 2011

Los perfumes en la Biblia

Israel  igualmente tiene una gran tradición en el perfume, perfumarse no solo consistí­a en una señal de cortesí­a, sino también un medio para agradar o seducir generalizado a todos los niveles sociales. Las materias primas para el perfume no lo dice el texto del Eclesiástico: “Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia, cual mirra exquisita he dado un buen olor, como gálbano y Ónice y estacte, como nueve de incienso en la tienda” (Ecto. 24: 15). Se usaron los perfumes por combustión, como el incienso que se utilizaba en las casas de los poderosos; o en forma l­íquida por medio de aspersorios con los que rociaban a los invitados. Hoy en dí­a aún sigue como costumbre el algunos pueblos orientales.
El perfume lí­quido se rociaba sobre el pelo y la barba, los aromas cremosos se usaron por fricción, después del baño normalmente. Se perfumó igualmente el mobiliario, la casa, como leemos en Proverbios: “He rociado mi casa con mirra, áloe y cinamomo” (Prb. 7:17).

Los israelitas se sirvieron de los aromas para embalsamar cadáveres, es posible que fuera una costumbre copiada de los egipcios. Pero también los aromas tuvieron otro significado. Su ofrecimiento era un acto de respeto y veneración.
En la Biblia encontramos nombres de los que podemos considerar los primeros perfumistas de Israel. Besleel, hijo de Ur­, “hijo de Hur de la tribu de Judá y su discí­pulo Oholiab, hijo de Ahisamel de la tribu de Dan.” (Ex. 37: 29) Ellos encargados de hacer el perfume ritual para el Santuario. Tení­a por tanto, la elaboración del perfume ritual, una especial significación y dignidad. Solo los servidores del culto podí­an encargarse de su elaboración.
No ocurrió lo mismo con los perfumes y ungüentos utilizados para usos profanos. Los perfumistas, en muchas ocasiones, no debieron de pasar de ser meros servidores de reyes o personajes principales. La prohibición de usar “el perfume del altar” para usos profanos no excluí­a el que otros aromas, perfumes y ungüentos se utilizaran en la vida social y cotidiana, en algunos casos.

La perfumerí­a en tiempos de Salomón debió conocer en aquella época un auge especial. Recordando la visita de la reina de Saba que, intrigada por la sabidurí­a de Salomón llegó a Jerusalén con gran número de camellos cargados de aromas, oro y piedras preciosas (I Reyes 10: 2), y añade la Biblia: “Nunca llegaron aromas en tanta abundancia como la reina de Saba dio al rey Salomón (I Reyes 10: 10).
En los tiempos antiguos, en pueblos orientales de clima muy seco, el perfume se utilizaba después de las abluciones, el aceite para suavizar el cabello o aquellas partes expuestas al sol.
Los recipientes para los perfumes en Israel no diferí­an mucho de los usados por otros pueblos de la época. Lo más autóctono son unas pequeñas ánforas de tierra cocida, de unos 15 a 20 centí­metros de altura, alargadas y algo panzudas. Estos recipientes realizados por alfareros se utilizaban para bálsamos o perfumes lí­quidos que se obtení­an mezclando con aceite los componentes odorí­ficos y se conservaban con tapones de tierra cocida, o de piel curtida. También se utilizaron, en menor escala, frascos de pasta ví­trea con dibujos en colores verde, azul y amarillo combinados. Se trataban de pequeños envases fabricados por egipcios o fenicios. Desde el s. IV a.C Y hasta la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, abundaron los frascos de vidrio soplado de distintas formas y tamaños.

 Hoy en día se conservan en ele Hebron la tradición y artesanía del vidrio soplado como herencia de aquella tradición del vidrio soplado. También el alabastro fue usado para contener perfumes, aunque los frascos encontrados de ese material, correspondiente a la época pre-israelita, y son con seguridad procedentes de Egipto. Israel no tuvo gran relevancia ni industria de la perfumería, pero no quita la sensibilidad al perfume y apreciarlo, tal como narran estos versos del Cantar de los Cantares.



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