miércoles, 16 de marzo de 2011

Perfume en la Edad Media


Con la caída del Imperio Romano y, sobre todo, debido a la influencia de los mensajes de austeridad y recato propagados por la Iglesia durante la Edad Media, en Europa, el mundo de los aromas tuvo un importante parón. El componente sensual y frívolo transmitido por los perfumes no era del agrado de los altos estamentos eclesiásticos. Pero este alto en el camino fue sólo temporal y es que el perfume había llegado para quedarse. Los intercambios culturales entre Oriente y Occidente y las cruzadas favorecieron la propagación y difusión de actitudes, materias primas y culturas referidas al baño.
Hubo, incluso, dos hechos relevantes en lo referente a los perfumes durante el Medievo, que cambiaron el rumbo de su historia. Sobre todo, hay que destacar el estatuto que el rey Felipe II Augusto de Francia concedió en 1190 a los perfumistas, lo que significó un claro reconocimiento de la profesión. Sorprendió a los perfumistas, que hasta entonces habían trabajado por su cuenta, con una concesión mediante la cual fijaba los lugares de venta de perfumes y reconocía la profesión como tal, así como la utilidad social de estas sustancias. Fue entonces cuando se empezaron a crear escuelas donde se formaron los primeros aprendices y oficiales de esta profesión. Tras cuatro años de estudios, pasaban a ser maestros perfumistas que supervisaban los trabajos de prensado de pétalos, maceración de flores, mezclados de ingredientes y, en resumen, expertos encargados de conseguir la fórmula del perfume deseado. Francia se convirtió así en el reino del perfume. Además, en 1370, la reina Isabel de Hungría elaboró el primer perfume hecho a base de alcohol que se conoce, L'eau hongroise o Agua de Hungría, lo que supuso un hito.

Los árabes
No es del todo cierta, por lo tanto, la idea preconcebida de que en esta época los aromas quedaron relegados totalmente: lo cierto es que no fue la Edad Media tan sucia como se cree. La práctica del baño era generalizada y éste solía tomarse en agua aromatizada y especias. Todavía en muchos lugares de nuestro país existen bien conservados o en ruinas unos llamados "baños árabes" que muchas veces no eran tales sino judíos, pero que eran usados por los cristianos. Las condenas que se hacían del uso de dichos establecimientos se basaban en la promiscuidad, y es que eran, en muchas ocasiones, centros de reunión y contratación de favores eróticos.

A finales del siglo XV, empezó a popularizarse el uso de perfumes per se. Los aromas más populares eran la rosa, el almizcle, la agalia, la violeta, la lavanda, el agua de azahar y fragancias orientales como el sándalo. Las aguas de olor, perfumes líquidos muy valorados y difíciles de obtener, eran guardados en una especie de barriletes de cristal o de metales y piedras preciosas que eran atesorados por quienes disponían de suficientes recursos, como el rey francés Carlos V. Posteriormente estos barriletes tomaron el nombre de pomaderas que solían ser cajitas de contenidos aromáticos con todo tipo de esencias perfumadas.

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